Sección 702: El futuro del mayor programa de espionaje de EE. UU. está en juego

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Después del 11 de septiembre de 2001, el presidente estadounidense George W. Bush autorizó a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a realizar escuchas telefónicas a estadounidenses sin autorización judicial como parte de la búsqueda de pruebas de actividad terrorista. Un juez federal dictaminó en 2006, como parte de una demanda de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, que la recaudación era inconstitucional. (Más tarde, un tribunal de apelaciones anuló el fallo sin cuestionar el fondo del caso).

En lugar de poner fin a la vigilancia, el Congreso codificó el programa como Sección 702 de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA), otorgándose cierta autoridad para hacer cumplir procedimientos aparentemente destinados a limitar el impacto del programa en las libertades civiles de los estadounidenses.

La Sección 702 prohíbe específicamente que el gobierno apunte a los estadounidenses. En cambio, la vigilancia debe centrarse en los ciudadanos extranjeros que están físicamente presentes en el extranjero. Sin embargo, el programa capta periódicamente las comunicaciones de los estadounidenses.

Si bien el gobierno de Estados Unidos niega que esté intentando intencionalmente intervenir los teléfonos de sus propios ciudadanos, ya que ya lo ha hecho, sostiene que ahora tiene derecho a acceder a estas comunicaciones “legalmente recopiladas” sin autorización judicial. Solo en 2021, el FBI realizó búsquedas de comunicaciones interceptadas en 702 más de 3,4 millones de veces.

Después de admitir el año pasado que cientos de miles de búsquedas de este tipo eran ilegales, el FBI dijo que había tomado medidas para reducir la cantidad de consultas realizadas por sus empleados, reportando solo 204.000 búsquedas en 2022.

Es imposible contar el número de estadounidenses cuyas llamadas, correos electrónicos y mensajes de texto están sujetos a vigilancia 702, afirma el gobierno, argumentando que cualquier intento de obtener un número exacto solo compromete la privacidad de los estadounidenses que monitorea y pondría en peligro aún más.

Actualmente el Congreso está dividido en dos facciones: aquellos que creen que el FBI debería obtener una orden de registro antes de leer o escuchar las comunicaciones 702 de los estadounidenses. Y aquellos que dicen que las órdenes de registro son un requisito demasiado oneroso para imponerlas en las investigaciones sobre amenazas a la seguridad nacional.

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